martes, 4 de octubre de 2016

A propósito de la carta de una mamá a sus amigos que hacen eventos "sin niños"

Leí ESTA carta abierta a los amigos que invitan a una mamá a eventos "sin niños", en un artículo de Karla Lara, en la página de Mamá Natural. La autora de la carta describe cómo a pesar de que le importan sus amigos y que de verdad quisiera estar con ellos en los momentos que le quieren compartir, las edades de sus hijos hacen que el "sin niños" la excluya. Está de acuerdo y hace saber a sus amigos que no es desinterés. "Esa es la clase de amiga que soy ahora", dice.

Me llaman la atención dos cosas: una en la que me siento identificada, aunque por razones diferentes a las de la autora, y otra en la que me sitúo completamente en el polo opuesto.

Ella escribe:
Siento de pronto tener que poner a mis hijos delante de nuestra amistad, pero eso es solo por un corto periodo de tiempo, solo unos cuantos años. 
Yo no "lo siento", ni poquitito. Mi hija está primero que cualquier amistad, en todos los sentidos. Y no es "por un corto periodo de tiempo": será toda la vida. Si te casas el día del festival de primavera de mi niña, espero que no coincidan los horarios. Lamentaré perderme tu boda, pero un "lamentar" que no es lamentar darle prioridad a la persona que tiene prioridad; de hecho, no me parecerá que haya razón para disculparme -aunque tendré la cortesía de hacerlo-. Como sea, la asistencia que de verdad lamentarías perderte es la del novio o novia que te va a dar el "sí".

Continuando con la carta...
Quise decirte cuanto lo sentía. Traté incluso de resolverlo..., traté de conseguir una niñera en la que confiara y a la que además pudiera tener cerca para poderme escapar unos momentos a amamantar a mi bebé que aún no aceptaba el biberón. Intenté checar si podíamos pagar un hotel cercano para que mi esposo se quedara con los niños en tanto yo celebraba contigo. Quise contarte todo esto para que supieras que de verdad quería estar ahí contigo. Pero de vuelta podía parecer que se iba a tratar de mis planes, cuando en realidad debía tratarse de los tuyos.
Ahí coincidimos: en no explicar. Por razones diferentes; ella por consideración con el amigo o la amiga, yo porque me viene de perlas. No explicar es de mis mejores políticas. De verdad creo que todos los adultos tenemos ese derecho. Además, usualmente, si la otra persona pudiera ser empática, no habría necesidad de explicar.

El ejemplo paradigmático lo viví hace meses con un amigo que al parecer se acaba de contentar conmigo. Íbamos a vernos, pero no encontró mi dirección. Se desesperó buscando la casa. Sugirió que saliera, cruzara un par de calles y lo encontrara en la esquina, o bueno: que tomara a la niña, abordara un taxi y lo encontrara en tal lugar. ¿Iba a entender por qué no quería sacar a mi bebé en medio de su almuerzo, con un clima que me parecía inconveniente porque le había oído toser un par de veces? ¿Iba a entender la dificultad de cargarla mientras espero que pase un taxi? ¿Podría entender que para salir con ella, no solamente la tomaba en brazos "y ya"? Si se le había ocurrido, inicialmente, que podía dejarla un momento sola en la casa, por supuesto que no iba a entender lo que pudiera explicar sobre las dificultades de salir con ella de improviso. Dijo que me necesitaba. Pero primero está el bienestar de mi niña y luego la necesidad de un amigo.

"Voy a estar para ti de todas las formas que me sean posibles", dice a su amiga hipotética, la autora de la carta. Y eso es lo que hacen los amigos, claro. Para mí, el "estar ahí" posible es cuidando que nada quite a mi hija del lugar prepoderante.

Silvia Parque

6 comentarios:

  1. Creo que todo el mundo debería entenderlo. Un beso.

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    1. Yo creo, también. Pero en realidad, la gente no "debe de" nada; responden a su condición y circunstancia y si no pueden concebir la tuya, a veces... no pueden concebir la tuya... y pues no comprenden :)
      Un beso, Susana.

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  2. Yo creo que un amigo que te invita poniendo condiciones no es merecedor de tu amistad. Si la invitación es "sin niños", es para no ir aunque puedas hacerlo de esa manera.
    Besos.

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    1. Pues creo que estamos de acuerdo en lo básico...
      Para mí está perfecto que eventos de importancia los quieran celebrar de maneras incompatibles con la presencia de niños; si me invitan, ya veré si puedo asistir. En caso de no poder, no lo lamentaría. Pero en la vida cotidiana, las reuniones, los encuentros, para mí siempre son, en principio, "con niños" y si mi niña no va a estar presente, de todas formas mi presencia estará condicionada por su presencia en el mundo. Por ejemplo, si voy a tomar un café, estaré de regreso en mi casa a la hora de llevarla a la cama. A veces, como excepción, puede ser distinto; pero normalmente, así será. Entonces puede que ella no esté físicamente presente, pero mis posibilidades de convivir pasan primero por ser compatibles con mi obligación y gusto como mamá. Si a alguien no le parece o no puede con eso, ahí sí creo que no es merecedor de mi amistad.
      ¡Besos, Macondo!

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    2. Aparte del tema que comenta Macondo, que es más relativo a la actitud de los amigos, me parece importante también la actitud de los padres. Creo que muchas veces cuesta admitir que no somos los mismos que antes de tener hijos. No tenemos las mismas prioridades y los amigos no son tan importantes como lo eran antes. Hay que vivirlo sin dramas. La carta me parece una oda a la negación de su realidad. Primero habrá cosas que no puedas hacer por tus hijos, porque realmente no son admitidos allí. Y segundo habrá otras cosas en las que no haya una prohibición explícita de ir con niños y aún así no quieras hacerlas.
      Mi hermana va a hacer una fiesta de inauguración en su nuevo piso, irán sus amigos, es por la noche y yo no voy a ir. Mi marido está de viaje toda la semana, y no me apetece llamar a la chica para que venga a cuidarles, trasnochar y al día siguiente estar cansada y con sueño cuidando sola de mis hijos. POrque mi marido seguirá de viaje de trabajo y mi hermana dormirá hasta las tantas. Simplemente hoy en día la fiesta de inauguración de ese piso ocupa un lugar muy bajo en la escala de prioridades. Hace años no hubiera sido así, pero hay que asumirlo con tranquilidad. Cuando he intentado ir en contra de mi propio deseo para satisfacer o al menos no quedar mal con amigos y familia, somos mis hijos y yo los que salimos perdiendo.
      Un beso

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    3. Tienes razón. A mí lo que me "choca" de la carta es ese no admitir como algo con lo que se está a gusto, que las prioridades son diferentes porque primero están los hijos y eso no es ni para lamentarlo, ni para disculparse ni para dar explicaciones -salvo las cortesías-. Aunque también es verdad que hay gente que no está a gusto con eso (tal vez su necesidad de socializar "a la manera de antes de los hijos" es muy grande).
      En el caso de la fiesta de tu hermana, se entiende que siendo tu hermana, comprenderá y no querrá que tú y menos los niños, salgan perdiendo. Como que eso se espera de alguien a quien se llama "amigo" (y más, en familia).
      Un beso, Matt :)

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