La importancia de conocer y comprender está en las posibilidades que brindan para "estar en el mundo". Si sé cómo hacer mi declaración de impuestos, me ahorro el pago del contador. Si entiendo lo elemental sobre el funcionamiento del organismo, seré menos engañable por la mercadotecnia de "productos milagro".
El valor social del conocimiento, al menos del pragmático, hace que en ámbitos donde la educación formal es la norma, esté mal vista la ausencia de lectura. Se pueden oír frases como "¿Qué se puede esperar de alguien que no abre un libro?" Yo no pienso así. Hay gente que no lee y sabe pensar, y hay gente que lee mucho y eso no parece hacerle un favor a su estructura cognitiva. Ni leer es el único modo de conocer y de saber; ni conocer y saber son necesariamente la panacea universal; ni nada tiene por qué ser para todo el mundo. Pero tampoco son basurita. [¡Confío en que mi ginecóloga hizo completitas, las lecturas que indicaron sus profesores!]
Así que ahora que México atraviesa una crisis, y la gente recuerda que el señor Presidente se ha exhibido como un no-lector ignorante, me separo de las generalizaciones respecto a quienes por cualquier motivo, no leen. Serán ignorantes respecto a unas cosas, pero no respecto a otras; habrá quienes así se las ingenien para comprender, más que otros "muy leidos" -sin acento-. El problema es que hasta ahora, la Historia parece indicar que para gobernar un país, sí hace falta haber leído, conocer un poco y comprender otro poco. Para otras cosas, igual no; pero para eso sí. Tal vez no importaría si tuviéramos dirigentes que se condujeran dirigidos por una sabiduría venida de su iluminación, pero como de eso, nada...
Silvia Parque
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