sábado, 9 de agosto de 2014

Livia

La historia de sí mismo, contada por el Claudio de Robert Graves, podría ser, hasta la mitad del libro, la historia de Livia. De hecho, en las páginas 42-43 de mi edición de Círculo de lectores, Claudio tiene la cortesía de disculparse por escribir tanto sobre su abuela y se justifica: "es inevitable". Aquí, algunas citas sobre ella:

En principio:
El nombre 'Livia' está vinculado con la palabra latina que significa malignidad [...] nadie la quería de veras; la malignidad impone respeto, no cariño. Poseía la facultad de que la gente comúnmente desenvuelta se sintiese consciente de sí en su presencia, consciente de sus defectos morales e intelectuales.
Ya se sabe lo que puede hacer la ambición y a la Livia expuesta por Graves no le faltaba de eso: 
La mayoría de las mujeres tienen tendencia a poner un límite a sus ambiciones; algunas, muy pocas, se fijan un límite audaz. Pero Livia era la única que no ponía límite alguno a las suyas y sin embargo se mantenía perfectamente serena y fría en medio de lo que, en otra mujer, habría sido juzgado como una locura ilimitada.
Como corresponde a una cultura patriarcal, aunque esta mujer tenía gran poder, tenía mucha mayor influencia que poder.  
Todos sabían que Livia mantenía a Augusto en un puño y que, si bien no estaba realmente atemorizado de ella, por lo menos se cuidaba de ofenderla.
En pocas palabras: "Augusto gobernaba el mundo, pero Livia gobernaba a Augusto". El autor pone en boca de Póstumo, la siguiente opinión sobre este emperador-esposo:
Es extraordinariamente débil en lo que a ella respecta. ¡Imagínate: hace casi cincuenta años que vive con ella, y todavía cree hasta la última palabra que le dice! 
Con los signos de admiración bien ganados: "¡Mi abuela Livia era astuta!"

Silvia Parque

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