Este modo de ser se presta para encubrir una tardanza de pereza, de miedo, con la que se resiste al movimiento como si la vida quedara muy grande: muy grande como una realidad que no corresponde (así como no le corresponde al niño pagar la hipoteca de su casa). Esta tardanza me succiona el tiempo, y eso es grave porque de tiempo se hace la vida.
Aclaro que me parece excelente el derroche de tiempo: el lujo del cuerpo echado junto a otro cuerpo, los ratos que lo único que dan es gusto. Pero me parece baboso el dispendio: posponer la puesta en marcha del proyecto de vida, "hacer como que se hace". Esta resistencia por la que todo lo que se está haciendo se hace tardado, retarda todo lo bueno asociado con lo que podría estarse concluyendo.
A veces, sin embargo, cuando hay mucho miedo de vivir -y otras cosas, supongo- no puede una más que resistirse al riesgo del movimiento. Se hace lo que se puede.
Silvia Parque
Tú lo has dicho, se hace lo que se puede, y se vive como se puede. Saber lo que hay que hacer no significa ser capaces de hacerlo.
ResponderEliminarBesos
¡Claro! Y haciendo lo que se puede a veces se van pudiendo cosas que de inicio no se podían, a veces se descubre cómo suplir o compensar lo que no se puede, y deja de hacer falta.
EliminarAyer me di cuenta de que estoy abandonando mi proyecto del año, y aunque mis pretextos salen de la realidad, quiero tratarme con un poco menos de "complacencia"; empecé por decirme: "vamos, sí puedes: haz ahora, haz lo que quieres, estabas en eso, continúa", y terminé por una especie de: "¿pero qué te pasa? ¡piensa bien!"
¡Besos, Inma!
Yo también tengo mucha inercia para empezar las cosas. Una vez que empiezo ya sigo. Un beso.
ResponderEliminar¡¡Sí, si lo que cuesta mucho es empezar!! Bueno, empezar, y quedarse a la recta final cuando se pierde la emoción del inicio. Pero del "ya se empezó" al inicio de la "recta final", una cosa lleva a la otra y se avanza.
EliminarUn beso, Susana.