Por supuesto, nadie dice en serio: "yo quiero vivir mi vida, la de mi sobrina y una como la de un jeque árabe". Si alguien lo quisiera, sabría que es un sueño guajiro, no asumiría que puede hacerlo, ni lo intentaría -al menos en lo consciente-. Pero a veces, estamos más pendientes de los otros -o de algún otro- que de nosotras mismas; si tenemos el poder para hacerlo, nos apropiamos de decisiones que les corresponden o nos encargamos de aspectos de su vida que, valga la redundancia: son suyos. Si media una relación afectiva íntima resulta difícil marcar el límite entre una vida y la otra vida. Hay una especie de premisa según la cual, si nuestras vidas se vinculan, entonces se fusionan; pero no es así. Cada cual puede vivir nada más la vida de cada cual.
Silvia Parque
Gran entrada para reflexionar. No puedo más que darte la razón, el problema, lo que nos impulsa a veces a tener ese deseo e incluso ir más allá es el heho que la toma de decisiones equivocadas o la No toma de decisiones de otros nos afecta directamente en nuestra propia vida y entonces te gustaría poder intervenir, a mí es lo que me desespera, saber que estoy ligada a determinadas personas de manera que sus errores siempre van a traer consecuencias para mí.
ResponderEliminarBesitos
Exactamente. Es muy frustrante saber que lo que el otro decide le va a perjudicar a una; pero pues ni modo, una tiene la posibilidad de decidir si se queda a acompañar el desastre o no, pero no tenemos el derecho a decidir si el otro crea el desastre o no...
Eliminar:(
¡Besitos!