miércoles, 12 de marzo de 2014

Lo que todo el mundo sabe sobre caer y los viejos

Hoy me caí. Extendida toda en el piso, pasé por esos segundos decisivos en los que el dolor define si se ha hecho más daño el cuerpo o el amor propio; como fue lo segundo, me levanté y seguí caminando. Recordé que la abuela de una de mis compañeras se cayó antier, y una ocasión en que mi abuela se cayó en el supermercado -no es su última caída, pero es la que recordé (tampoco es que se la pase cayendo)-.

Pensé que las personas adultas no caen con frecuencia; pero que el envejecimiento aumenta la frecuencia de caídas y las hace peligrosas: todo el mundo podemos darnos un mal golpe al caer; pero una caída que podría no tener consecuencias para un tipo de treinta años, a un señor de ochenta puede romperle algo y discapacitarle. Como es evidente, no andaba yo con pensamientos originales, así que no extrañe el que pensara también, que al niño que empieza a caminar y cae, se le ve caer con cierta congoja, pero sin miedo de que se haga gran daño; a veces incluso, con un gesto que conjunta arrugas de preocupación en la frente, con una leve sonrisa porque de algún modo, cada caída acerca al niño a dejar de caer y encontrarse caminando. En cambio, es una pena ver caer a un adulto mayor. He visto algunos que van tomándole un miedo a desplazarse, que la familia o los cuidadores, no saben gestionar. Será que en estos casos, cada caída acerca a la inmovilidad, y la inmovilidad total asusta.

Silvia Parque

4 comentarios:

  1. Es cierto. No es lo mismo una caída de un viejo que de un niño, Un beso.

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    1. Para nada. Lo complicado que puede ser para un viejo recuperarse de una mala caída -no es que haya "buenas..."-
      Un beso, Susana.

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  2. Me ha encantado lo de "el dolor define si se ha hecho más daño el cuerpo o el amor propio", es así tal cual. A nuestras edades caerse es más cuestión de de lo segundo. Pero en la vejez da mucho miedo, sobre todo las mujeres que nos descalcificamos y luego hay mucha rotura de cadera.
    Un beso!

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    1. ¡Da una pena! A veces he preferido hacer drama total, para que ya valga la pena la pérdida total de gracia y "dignidad" :) Pero he sabido de señoras que tardan muchísimo en recuperarse, precisamente por romperse la cadera.
      ¡Un beso, Matt!

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