lunes, 24 de marzo de 2014

La mentira del día a día

Se tiene por muy malas a las mentiras. A mí no me gustan.

[Hago una diferencia entre no decir la verdad, mentir y engañar. De haber una escala, lo peor sería engañar, y se puede engañar sin decir mentiras. En algunas situaciones, omitir decir una verdad es jugar bastante chueco, aunque difícilmente se pueda reclamar a quien no dijo una mentira.]

Aunque aprendí a mentir al convertirme en adulta, prefiero no hacerlo, y creo que verdaderamente es posible evitarlo. Solamente que a veces sale más barato mentir que no mentir, y la vida es muy complicada como para que nunca optemos por lo más barato...

El caso es que la mentira me parece mal, y como mentir fue completamente ajeno a mi experiencia hasta que fui mayor, era muy poco empática con la necesidad de mentir. Incluso cuando empecé a manejar las mentiras "nivel 1" del mundo adulto, no usé ni mentiras piadosas en mi relación de pareja. Supongo que por eso, la mentira me resultaba insoportable. Pero las personas cambiamos, y me estoy volviendo muy comprensiva con las mentiras de los demás -y no porque yo esté incrementando mi dosis de mentirillas-.

Últimamente me resulta chocante la actitud de desenmascarar las mentiras de los otros, que tuve durante algún tiempo en alguna relación, pero que algunas personas ponen en marcha con cualquiera, como si hubieran sido nombradas defensoras de la verdad.

Las personas mienten porque lo necesitan. Hasta donde he visto: para obtener beneficios o evitar perjuicios; en este último caso, muchas veces se trata de protegerse porque tienen un miedo que viene de malas experiencias, que pudieron ser tan dolorosas como una no tenga idea. Así que si la mentira no me está dañando o está dañando a alguien más en un ámbito donde yo tenga responsabilidad, creo que no tiene caso meterse con ella.

Obviamente, no me refiero a las mentiras de los políticos ni a todas esas mentiras por las que muere gente. Me refiero a las mentiras que protegen a las personas de mostrar sus lados más vulnerables; creo que están mal, pero que son parte de ser humanos.

Silvia Parque

4 comentarios:

  1. A mí tampoco me sale mentir pero comprendo que a veces es mejor. Un beso.

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    1. Al menos, es mejor en ese preciso momento.
      Un beso, Susana.

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  2. La mentira... Acostumbramos a decir que no mentimos y vivimos en un mundo donde casi todo es mentira. Incluso las vidas de muchos de nosotros lo son. Un mundo en donde mentir equivale a ser el mejor, así nos lo enseñan. Y donde para alcanzar una supuesta dignidad hay que demostrar tener más, pero más ¿de qué? ¿Dinero? ¡¡¡Sí!!! Siempre dinero y más dinero. Y por dinero hago esto y aquello, por dinero me mojo, te crees que soy tonto y voy a hacerlo gratis? Son algunas de las conversaciones que, de forma machacante y obsesiva, se oyen a diario todos y cada uno de los días de nuestra vida. Y yo me pregunto. ¿conseguirá la humanidad acabar con la lacra del capitalismo, o tal como parece, el capitalismo destruirá todos nuestros sueños de humanidad y por ende, la humanidad? Ahí lo dejo. Por cierto, mentiras aparte. Siempre decimos que todo va a cambiar. Creo que mientras sigamos por este camino, nos mentimos día tras día a nosotros mismos y estamos cavando la tumba de nuestra civilización...

    Un abrazo.

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    1. Por supuesto, habría que escribir mucho sobre cómo, por qué y qué pasa con eso de mentirnos a nosotros mismos. Es un terreno espinoso, y también ahí, habría que reconocer las diferencias entre mentirnos a nosotros mismos, no decirnos la verdad, y ser incapaces de ver la realidad.
      Un abrazo, José.

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