martes, 25 de marzo de 2014

En la lavandería

La señora de la lavandería me explica con educación, que sí quiere darme servicio, pero no le conviene, porque le llevo muy poca ropa. Que junte unas ocho blusas blancas, unas ocho negras, y entonces sí.

No le aclaro, porque no lo tengo tan claro, que no tengo ocho blusas blancas. Pero a mí su oferta no me conviene.

Me hace gracia que quiera explicarme. Dice "déjeme le explico para que no se enoje". Yo de verdad no me enojo; entiendo. La dejo hablar porque a pesar de que le he dicho que no hace falta que me explique, parece que le es necesario.

Simplemente no nos convenimos. Así pasa a veces. Hay otras lavanderías y otras clientas. En muchas otras interacciones, no es así de sencillo, así que hay que agradecer estas situaciones donde no pasa nada por el desencuentro.

Silvia Parque

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