Llega un hombre con una niña de unos dos años -todavía con cara de bebé y todavía sin hablar-. En su momento, lo vimos salir del consultorio; se entiende que fue a la farmacia de enseguida a comprar una jeringa y que van a inyectarle. La niña está bebiendo algo azucarado; el hombre le pide que se siente, le ofrece más gomitas de dulce y le indica que no se mueva, que se quede ahí sentadita. Para contextualizar: el espacio tiene una puerta abierta que da al estacionamiento, a su vez conectado con una gasolinera. Antes de entrar con el médico, me pregunta si puedo cuidar un momento a la niña, a lo que accedo con mucho gusto. Desde mi silla, la miro; no supongo que haya que decirle que mastique y trague las gomitas. Empieza a llorar; creo que quiere a su papá, pero afortunadamente entiendo rápido y le pido que me dé las gomitas, que salen de su boca a mi mano en lo que el papá, a su vez, sale del consultorio y la rescata de mi poca experiencia con niñitos.
Silvia Parque
Hay muchos padres que necesitarían clases sobre cuidar niños. Un beso.
ResponderEliminarSí :) pero bueno, si es una persona medianamente normal, y lo hace con amor e interés en el bienestar del niño, la mayor parte de los errores no importa tanto :)
EliminarUn beso, Susana.