Puede llegar a lo increíblemente molesto de un modo extraño, aunque una sabe que en realidad es cosa de nada. Hay consejos para un lado y para el otro: "apoya el pie", "no lo apoyes". Buscando más compañía que respuestas para mi estado de mujer con el pie dormido, encontré ESTA buena explicación, en un blog que me llama la atención: "Ya está el listo que todo lo sabe", de Alfred López.
Silvia Parque
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