Silvia Parque
martes, 8 de octubre de 2013
Alguien preparó hot cakes
Los aromas de comida deberían guardarse, del mismo modo que no se cuenta el dinero delante de los demás. Qué mejor campaña publicitaria para un puesto de tacos o de hamburguesas, que el atrayente olor a esa mezcla entre cebolla y tocino, que hace pensar en buena carne. Pero ese es un negocio. Si el vecino va a asar costillitas y no te va a invitar, debería contener los olores de sus manjares. Claro que al asar en el patio o en el jardín, los olores salen al espacio público y qué se le va a hacer: en lo público cada cual tiene que apañárselas con sus antojos. Pero cuando se comparte la cocina con otras personas, habría de haber un extractor, no para los malos olores sino para los buenos; o eso, o invitar a cenar.
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