domingo, 8 de septiembre de 2013

Una taza de café

Mucho hay que disfrutarle a la preparación del café, en cafetera eléctrica o sobre la estufa. Yo también disfruto la vulgaridad del café instantáneo, y de su preparación. Hay algunos de gran calidad, que huelen muy bien -en mi casa, cuando era niña, era la gran cosa cuando había Toaster's Choice, con sus colores dorados-.

Se vacía el agua muy caliente, provocando el ruido del chorrito topando con el material de la taza, y luego del agua consigo misma. Se decide qué tanto de agua, lo cual implica un diseño interior específico -se ve mal una taza rebosante-. Siguen los ruiditos que harán el azúcar y el café; primero el azúcar para que endulce bien -como al hacer limonada-. 

A veces, los granitos de café hacen circulitos de colores antes de oscurecer parejo toda el agua. A veces tardan en hundirse. Si se trata de algún polvo contemporáneo para hacer café de sabores -capuccino, moka...-, es más sencillo, pero no deja de tener su gracia. Casi siempre va el polvo primero, y una puede disfrutar del charquito de barro que se forma cuando le cae el agua encima, y de ver cómo se va disolviendo...

Silvia Parque

2 comentarios:

  1. El ritual de preparar la cafetera por la mañana es para mí uno de los grandes placeres. Me gusta hacerlo sola, mientras los demás todavía duermen, y empieza a clarear. Me gusta el olor del café molido cuando voy rellenando la cafetera, me encanta el olor del café cuando comienza a salir, y el ruidito que hace al subir.
    Me gusta tomármelo sola, sentada en la cocina mientras mi cabeza trata de despejarse y despertar, en silencio absoluto.
    Besos

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    1. Mmmhh... el olor... hay que buscarnos esos momentos a solas entra una misma y el café... yo últimamente no los he tenido; ha sido el café viendo algo, escribiendo algo, trabajando; pero el café y una misma nada más, suena bien y bueno :)
      ¡Besos, Inma!

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