El camino en carretera es muy agradable: tiempo para pensar, paisajes, y si quisiera, una película tras otra -no leo-. Pero no es lo mismo los tres mosqueteros que veinte años después; si el viaje dura más de dos horas, las piernas empiezan a querer estirarse y las rodillas se quejan. Si se hace de noche, difícilmente consigo dormir más de una hora continua, usualmente cabeceo dándome golpecitos, y si es verano, paso frío porque mi termostato interno no se parece al de quienes administran el calor del camión. Pero está bien. Me gusta ir de un lado a otro.
Silvia Parque
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