lunes, 8 de julio de 2013

¿De verdad no me importan las arrugas?

Una compañera de mi clase de teatro compartió un estado de una página de Facebook, con notas graciosas sobre las ventajas de ser hombre; algo para sonreír: nada serio. Entre la lista de cosas que hacen a los hombres felices, está por ejemplo: "las arrugas añaden carácter". Aquí entré yo a decir que "a mí también": que soy atractiva por la persona que soy. Y de verdad lo pienso. Pero eso puede hacer suponer que estoy declarándome "libre" de los convencionalismos sobre la belleza o del deseo de permanecer joven, y no es así. Mi gusto es menos convencional que el de la mayoría, pero por ejemplo, prefiero mi imagen sin arrugas -como también la prefieren muchos hombres que conozco-*. Me espantó verme la cara maquillada para aparentar mayor edad en el teatro, y me llevé un disgusto la primera vez que amanecí con una línea de expresión marcada... supongo que habría estado haciendo un gesto mientras dormía...

Vivimos en un sistema cultural que jode a las mujeres con el mandato de ser bonitas, y en este sistema, "bonita" implica joven. Algunas tenemos oportunidad de analizar nuestra posición, y reposicionarnos de forma consciente. Otras no tienen esa oportunidad. Muchas niñas crecen con el mandato de que deben ser bonitas para ser apreciadas -para valer-, y de que hay una manera de ser bonitas que deben perseguir por el resto de sus vidas, así les quite el tiempo y la energía que hubieran sido felices empleando en otra cosa. Los niños crecen con otros mandatos que también los joden; pero estoy hablando de las niñas y de las mujeres. En general, en este asunto de cómo nos vemos, los hombres la tienen más fácil. Creo que es importante reconocer que así se presentan las cosas en nuestra cultura, pero igual de importante es ser conscientes, todo el tiempo, de que las cosas no tienen que ser como se presentan.

* La oración es ambigua: me refiero a que estos hombres prefieren su propia imagen sin arrugas.

Silvia Parque

4 comentarios:

  1. Es cierto. Lo que ocurre es que algunas tienen tan asumido ese mandato que piensan que es una decisión propia. Un beso.

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    1. Así pasa con los mandatos culturales, funcionan porque los introyectamos hasta creer que son pura decisión propia.
      Un beso, Susana.

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  2. Tienes toda la razón Silvia, al menos yo lo veo igual. Con ser consciente de cómo se nos presentan, y de que no tiene por qué ser así admitido, ya es bastante.
    Un beso

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