domingo, 5 de mayo de 2013

Wings Army

Si un día comienza con mantecadas de chocolate, sigue con enchiladas verdes e incluye crepa salada, no se espera que concluya con alitas y papas a la francesa... tal vez no debería concluir con algo más. Pero yo podría comer todas las alitas no picantes con todas las papas francesas que sean capaces de preparar y servir en Wings Army. Es un poco conflictuante porque no me gusta la ambientación del lugar -que hasta le da nombre-; pero amo su comida. Hay comida que me gusta más: la casera -por ejemplo, de mi abuela- o la de restaurantes en serio. Pero ningún lugar me atrae para comer, como Wings Army. Sus alitas me embrujan. Todo mi cuerpo las quiere.

Las que venden adobadas en el supermercado ya son la gran cosa para mí; pero no tienen lo que tienen las que están fritas por todos lados... recuerdo la pena de ser arrastrada a un enorme plato lleno de alitas en la fiesta de XV años de una de mis amigas... Era superior a mis fuerzas. Amo las alitas con la intensidad que amo a la pizza, pero diferente; puedo comer una pizza grande yo sola, pero la pizza siempre parece tener superioridad y mirarme desde la caja diciendo: "esta rebanada ya es un exceso". Las alitas, en cambio, parecen felices de que las devore, entregadas a su destino, sencillas, humildes, sin hacerme sentir mal después; parecen llamarme y gozar de estar en mis manos.

Silvia Parque

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