Entonces le di un giro a mi actividad laboral. Y me enamoré. Como no hubiera creído. Cuando me adapté al cambio, empecé a amar las emociones de oficina. Ahora amo cada una de las cosas que hago, en esas ocho horas de tiempo completo. Estoy emocionada con los proyectos del Departamento y agradecida porque apalancan mis proyectos personales.
La semana pasada fui a tres grupos, a dar una plática. Lo disfruté mucho. Y supe que no quiero volver a dar clases -al menos, no ahora-. Así: veinte minutos con todos poniendo atención -como pasa con la maestra sustituta o con la practicante-, es una delicia. Así está bien.
Silvia Parque
Éste era el cambio aquel que te daba un poco de miedo ¿verdad?
ResponderEliminarSí :) resultó mejor que muy bien :)
EliminarHas tenido mucha suerte de encontrar dos cosas que te llenen. Un beso.
ResponderEliminarSí, soy muy afortunada.
EliminarUn beso, Susana.