No estoy a favor del deber de lo positivo. No me obligo a estar siempre tomando decisiones, actuando conforme a ellas, y asumiendo las consecuencias. Pero a veces hay que hacerlo.
Con las decisiones sobre los asuntos más delicados, conviene prever: decidir de antemano que es lo que una hará si pasa X o pasa Y, y no pensarlo sobre la marcha, confiar en lo que se decidió con anterioridad.
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